La Tierra Primitiva

Hace 4.600 millones de años, cuando se originó la Tierra, nuestro planeta era una masa de roca fundida con una temperatura de 1.500 °C y constantemente bombardeada por meteoritos. Las temperaturas elevadas permitieron que los elementos se encontrasen en estado líquido, los metales más pesados (hierro y níquel) se hundieron en el núcleo terrestre, mientras que los metales más livianos (silicio, oxígeno, magnesio y aluminio) se combinaron y formaron la superficie.

Algunos gases livianos como el argón, neón y nitrógeno quedaron atrapados alrededor de la Tierra, pero rápidamente se dispersaron por acción del Sol.

Un fenómeno frecuente en la Tierra primitiva era el vulcanismo, debido a la presencia de rocas fundidas por la elevada temperatura. Muchos gases fueron liberados de las rocas y pasaron a formar parte de la atmósfera primitiva como el amoníaco (NH3), sulfuro de hidrógeno (H2S), metano (CH4), hidrógeno (H2), dióxido de carbono (CO2), helio (He), Nitrógeno (N2) y vapor de agua (H2O); algunos de estos gases actualmente resultarían tóxicos para la mayoría de los seres vivos.

En la atmósfera primitiva no había oxígeno, y tampoco existía la capa protectora de ozono, que se formaría posteriormente a partir de la reacción entre las moléculas de oxígeno. Al no haber capa de ozono, las radiaciones ultravioleta que provenían del Sol y estaban cargadas de energía, impactaban directamente en la superficie del planeta, junto a las descargas eléctricas presentes en la atmósfera.

El vapor de agua con el paso del tiempo y el descenso gradual de la temperatura se habría condensado, formando parte de la hidrósfera de la Tierra.

                         ¿Sería posible que la vida se desarrollará en tales condiciones? 


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